Memoria y homenaje:
“En el origen de nuestra lucha está
el deseo de todas las libertades”.
Slogan de Gays por los derechos
civiles”, acuñado por Carlos Jáuregui.
Hay personas muy
singulares capaces de modificar el destino de otras personas y producir cambios
sociales en la historia de un país: una de ellas fue y sigue siendo, el
activista por los derechos humanos de la comunidad LGTB, Carlos Jáuregui. De
manera que en el actual contexto político que vivimos, que apunta a un
retroceso en las conquistas sociales logradas durante años de lucha, este
primer largometraje documental del director argentino Lucas Santa Ana (quien venía
de realizar su opera prima “Como una novia sin sexo”, 2016), es gratamente
bienvenido.
“El puto inolvidable.
Vida de Carlos Jáuregui” (2017) comienza con un paneo de la que fue nombrada “Plaza
Carlos Jáuregui” en el año 2010, sita en el barrio de Constitución. Desde allí partirá
Gustavo Pecoraro (co-guionista junto a Lucas Santa Ana) para internarnos en el
viaje de la vida de Carlos. Pecoraro es a la vez una suerte de narrador que
organiza el relato, deambulando por los lugares por los que transitó Carlos
durante su vida, es en otras ocasiones un testimonio directo al haber sido compañero
de militancia y en otras oficia de entrevistador de otros activistas que
conocieron a Carlos y que irán brindando
sus testimonios.
El documental sigue
una línea temporal cronológica lineal que va desde la infancia de Carlos en el
seno de una familia tradicional de La Plata hasta su muerte y legado posterior.
El recorrido irá marcando los hitos más relevantes de su vida: su estadía en la
Francia de Mitterrand, donde asiste a una primera marcha de lucha por los
derechos de los homosexuales, que encenderá su deseo de continuar esta lucha en nuestro
país con el regreso de la democracia; la fundación y asunción de la presidencia
de la CHA (Comunidad homosexual Argentina) en el año 1984, apuntando a transformar el sufrimiento mudo de los
homosexuales en una experiencia de lucha colectiva; su aparición en la tapa de la “Revista Siete días”
como estrategia para dar visibilidad a la comunidad gay y sus problemáticas de
discriminación; su relación de pareja con Pablo, quien sería su compañero de
vida; su salida de la CHA debido a diferencias de posicionamiento político; el
fallecimiento de Pablo y de su hermano Roberto debido a los estragos de la
epidemia del SIDA; la fundación de “Gays por los Derechos Civiles”, con una
orientación más ligada a impulsar reformas en la legislación que ampararan a
los homosexuales y lesbianas; la organización de la Primera Marcha del Orgullo
Gay en el año 1992, buscando sembrar las primeras bases de lo que sería la comunidad LGTB en
Argentina, el impulso de la demanda contra el Cardenal Quarrachino en los años
90 debido a sus dichos segregacionistas y finalmente, la redacción del proyecto para incluir en la legislación
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la cláusula de discriminación por
orientación e identidad sexual, que fue la primera conquista legal del movimiento
LGTB , lograda luego de su fallecimiento por HIV en 1996.
En cuanto a los
recursos formales, Santa Ana combina hábilmente el testimonio en primera
persona de sus compañeros de activismo en formato de entrevistas con cámara
fija, la voz en off de textos del propio Carlos Jáuregui, material de archivo fotográfico
y audiovisual de la época con la presencia de Carlos y otros activistas y secuencias
que nos muestran hoy, los lugares por donde pasó la vida de Carlos.
El documental de
Santa Ana es valioso no sólo como documento para preservar la memoria colectiva y homenajear a aquellos pioneros,
como Carlos, que lucharon por lograr conquistas sociales que hoy se dan por
asumidas, pero que debieron ser libradas con mucho coraje en un contexto mucho
más cerrado y difícil desde lo político-social. La película tiene la virtud de
acercarnos a un ser entrañable, al que uno hubiera querido conocer y tener
cerca, y también de mostrarnos a un activista inteligente, que sabía leer y
aprovechar estratégicamente las coyunturas sociales para darle voz a las
demandas de muchos que como él sufrían la discriminación y la desigualdad; que
tuvo un estilo democrático de liderazgo y la visión de una apertura e inclusión
hacia otros sectores de la comunidad como lesbianas, travestis y transexuales,
para crear un movimiento que fue creciendo cada vez más. Carlos Jáuregui
inspiró con su entrega y valentía a muchos, y hoy; en tiempos de políticas
liberales donde se cercenan las libertades y conquistas logradas en educación,
en la industria del cine, en la salud mental, y en los derechos de los
trabajadores, los jubilados y los más desvalidos de la sociedad, “El puto inolvidable”,
nos dice que Carlos Jáuregui sigue siendo un faro para todos, para no bajar los
brazos y salir a la calle, sin miedo, a librar nuestras luchas colectivas.
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