Del mismo dolor, vendrá un nuevo amanecer:


Una introducción:

En el marco de la Bienal de Performance  2015, entre el 26 de mayo y el 23 de agosto  tuvo lugar en el Centro Cultural Kirchner la muestra  “Cuídese mucho” de la artista francesa Sophie Calle.
Sophie Calle es una artista conceptual que generalmente trabaja tomando su propia intimidad como material para sus producciones ya sean fotografías, videos, o performances.
Su primera obra es de los años 70 y se trata de una serie de fotografías titulada “Los durmientes” donde fotografió a personas durante 8 días que dormían durante 8 horas en la cama de su habitación. De 1980 es su obra “Detective” donde contrata a un detective para que la siga y realice un detalle pormenorizado tanto escrito como fotográfico de su vida diaria, comparando luego la información proporcionada por el detective con la que ella había volcado en su diario personal.
En esta ocasión, Calle partió de un mail de separación  que le enviara su entonces  pareja, y lo puso a circular entre 107 mujeres de distintas áreas de la cultura para que realizaran una interpretación de la misma desde su singular mirada y disciplina.
En el marco de la muestra uno accedía a estas diversas interpretaciones a través de videos en monitores diseminados por el salón y a través de interpretaciones escritas enmarcadas en diversos soportes. Y también como espectador uno accedía al mail, pudiendo realizar la propia interpretación del mismo.    
La obra se mueve entonces bajo la lógica del concepto de “obra abierta”, es decir una obra que no se ofrece como ya dada y cerrada, sino que funciona de manera dinámica. Una obra que como significante vacío y enigmático, nunca termina de arrojar todos sus sentidos posibles y que incluye al espectador como participante fundamental y activo en la producción de la misma.


La disparidad de los goces:



El psicoanálisis parte de que “No hay relación sexual”, esto no significa que no se tengan relaciones sexuales, sino que hay una disparidad, una discordia entre el goce masculino (goce fálico) y el goce femenino.
El hombre se define por la marca del significante Falo, que es el soporte de la función fálica y que comporta un goce contable, limitado y localizado en el cuerpo. Se trata de una modalidad de goce que especifica a los objetos que entran en su función en tanto objetos con valor fálico, objetos del dominio del tener o no tener. En esta lógica una mujer queda en posición histérica, en el lugar de un objeto con valor fálico que le falta a un hombre, buscando ser su complemento.
Por otro lado, la mujer no está definida por la marca de un significante, no hay saber que pueda dar cuenta de qué es una mujer. El goce femenino es un goce que se siente en el cuerpo, pero que no puede nombrarse, traducirse a un significante, y por lo tanto ilimitado, no cuantificable e ilocalizable. En este punto una mujer encarna para el hombre lo Otro radical. La posición femenina implica soportar una posición de no-toda,  y poder bascular en la duplicidad del goce sosteniendo un amarre al falo, pero a la vez  una relación a ese enigmático  goce femenino. Desde esta posición una mujer no funciona como complemento de un hombre, sino que aporta un goce suplementario al goce fálico.

Una interpretación desde el psicoanálisis:



Va ahora entonces mi lectura de la carta, atravesada por el psicoanálisis.
“Me parecía mejor hablar con usted y decir lo que tengo que decirle de viva voz. Por lo menos esto quedará ya escrito.”
El hombre en cuestión elige escribirle en vez de hablarle, de dirigirse a ella a “viva voz”. De este modo, evita quedar comprometido subjetivamente o dividido en su propio decir y por otro lado, parece desconocer la importancia que para una mujer tiene la palabra de amor en relación al goce femenino.
“Cuando nos conocimos, puso una condición: no convertirse en la “cuarta”.
Dice Freud en la Conferencia 33: “La feminidad” que: “a la feminidad no le interesa tanto amar como ser amada. Ella amará al hombre que cumpla con la condición de amarla.” La condición que impone lo femenino, es la condición de ser amada; pero no se trata de una condición que se tenga que pedir al partenaire, lo que la rebajaría al registro de la demanda, sino  de una condición de estructura que exige la modalidad erotomaníaca de constitución del objeto en la mujer. Acá lo que se deduce es la demanda de amor histérica, de ser la única para un hombre, lo cual es distinto de ser una mujer  amada en su singularidad por un hombre. Hay cosas que no se piden, hay de eso, o no hay; el amor es una de ellas.
“Ya hace meses que dejé de ver a las otras. (…) Creía que el quererla yo y el quererme usted bastaría para que la angustia que me empuja a buscar siempre en otros lugares se calmase. (…) Pero no. Me siento aún peor, no puedo ni decirle en qué estado me encuentro. Así, esta semana, empecé de nuevo a llamar a las “otras”.
Del lado de él hay una angustia insoportable respecto de lo que significa el encuentro con una mujer,  respecto de confrontarse y abrirse al enigma  de lo femenino en tanto Otro radical. Por eso solo puede tomarlas como objetos soportes del goce fálico, pasibles de ser contadas en una serie, y no en tanto una mujer singular y contingente cada vez, sin armar serie ni conjunto o todo. En el Seminario 10 Lacan dice que “Sólo el amor permite al goce condescender al deseo”, es decir que implica que un hombre esté dispuesto a ceder algo de su goce fálico para poder desear y amar a una mujer en tanto alteridad radical. 
“Pase lo que pase, tenga presente que no dejaré de amarla de ese modo que me es propio como lo hice desde que la conocí, un modo que seguirá vivo en mí y, estoy seguro, no morirá. Pero hoy, sería la peor de las farsas tratar de prolongar una situación que ya no tiene remedio y que me obliga a ser franco con usted por respeto al amor que le tengo y que me tiene.”
La carta no es una carta de amor, sino una carta de no amor, una carta donde se trata de un amor muerto, idealizado y platónico. Una carta (letra) de amor implicaría un amor más allá de los límites que impone el falo. Se trataría de que la palabra de amor funcione como aquella suplencia o invención en el lugar de la relación sexual imposible por estructura,  permitiendo que un hombre opere como relevo para que una mujer pueda tener relación al goce femenino. 

Epílogo:

“Me hubiera gustado que las cosas fuesen de otro modo. Cuídese mucho.”
Freud en “Inhibición, síntoma y angustia”, plantea: “en el caso de la mujer  parece que la situación de peligro de la pérdida del objeto, sigue siendo la más eficaz. (…) pero más que de la ausencia  o de la pérdida real del objeto, se trata de la pérdida del amor de parte del objeto.”

Entonces; la pérdida del amor del objeto es para la mujer una condición eficaz para el desarrollo de la angustia. El mail de ruptura recibido por Sophie Calle produce en ella una irrupción de angustia. Poner a circular ese mail entre otras mujeres para que pongan palabras que lo interpreten;  es un modo de  tramitar  psíquicamente ese monto de angustia, ligándola a representaciones. Y en ese trazado va decantando la obra de arte que, en tanto producto, es una respuesta frente a lo imposible de soportar, a diferencia de quedar coagulado en la improductividad del padecimiento y la miseria neurótica. 

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