Intimidad de lo común; Octubre en Paraíso Club
La luz de sala es pareja en todo el espacio y los espectadores se disponen en redondo en un galpón donde tiene lugar la obra. En el centro varios cuerpos, vestidos con lo mínimo de ropa interior o apenas alguna remera pero desnudos, se dejan masajear o se auto-masajean tendidos en unas colchonetas al son de una música con influencias orientales, que es producida en vivo desde una note-book y un teclado. Un detalle no menor es que se trata de cuerpos que no siempre responden a lo hegemónico, a la normativización en la piel blanca, delgada y trabajada. Así, lo que parece comenzar como una suerte de sesión de masajes o movimientos de yoga o taichi, luego comienza a contonearse al son de la música. Los movimientos que realizan los intérpretes se mueven a medio camino entre la danza espontánea, la catarsis, el éxtasis báquico, la lucha libre y la erótica sexual; por puro juego, esto es sin finalidad alguna de realizar una actividad ligada a la producción utilitaria o de represent...